Columnas Manuel Escorza

El sorprendente espectáculo de la estupidez en el escenario político peruano

Quizás no haya nada más lesivo y peligroso para la humanidad que el estado de estupidez. Ejemplos de eso hay muchos: el general Velasco casi nos lleva a una guerra innecesaria con Chile. Hubo un ministro del interior que, en respuesta a la expulsión de unos 10 peruanos de España, exigió visa a los ciudadanos españoles. Eso hizo que en reciprocidad todos nos quedáramos sin poder entrar a España sin visa.

El gobierno militar de Perú, por dar otro ejemplo, prohibió la enseñanza de un tercer idioma en los colegios para evitar desigualdades. Se trataba de generar una igualdad hacia abajo. Hubo un ministro de educación que inventó la “quinta nota”, que se promediaba con la del examen a la universidad, y eso afectó a muchos postulantes.

Las consecuencias de ese estado pueden incluso generar situaciones surrealistas. Se jugaba un partido de fútbol en el estadio nacional y de pronto apareció en la cancha un león. Algún circo había solicitado que se quedara ahí un león por unos días, y alguien lo autorizó. El león se escapó y salió a la cancha. La foto del león y de los jugadores en estampida salió en todas partes del mundo.

Hay muchos ejemplos más. Y algunos le han hecho un gran daño al país.

En un estado de esa naturaleza las personas pueden incluso declarar una guerra, instaurar una dictadura, ordenar asesinatos o tomar decisiones torpes de diversa índole.

¿El nazismo, por ejemplo,  no fue acaso un estado de estupidez colectiva? El golpe de estado de Pedro Castillo también lo fue, pero de carácter personal.

Hablo de esto porque a veces me pregunto si no estamos asistiendo a un espectáculo político protagonizado por una severa incapacidad para pensar desde el sentido común y para resolver los problemas del país, espectáculo que muestra desde hace un  buen tiempo una notoria desconexión con la realidad y las necesidades sociales.

Al decirlo, no pretendo ofender o descalificar a nadie en términos personales o profesionales.  Pero sí afirmar que lo que estamos viendo en los últimos meses se acerca a lo atónito, a la falta de lógica, al vacío por decirlo de alguna manera, a una incapacidad para hacer bien las cosas, a un diálogo errático, a lo destructivo. Lo vemos todos, menos ellos. Nosotros lo percibimos. Al parecer, ellos no.

El Congreso se pasa días debatiendo un adelanto de elecciones a sabiendas de la expectativa de la gente. Pero lejos de buscar un consenso, se divide y fracciona su voto.

El almirante Montoya, por dar un ejemplo, buscó vacar a Castillo desde el primer día en el Congreso. Insistió en ello reiteradas veces. Hablaba también de la destitución de la vice presidenta. Era el abanderado de una necesaria transición de gobierno. Ahora resulta que para él adelantar las elecciones es ir contra lo que establece la constitución.

Nano Guerra de pronto aparece con un proyecto alternativo de adelanto de elecciones, pero para este año. Dinamita así la propuesta anterior que planteaba elecciones para abril del 2024. Resultado: el congreso no llega a ningún acuerdo. ¿Tan difícil le resultaba darse cuenta que no obtendría los votos? Tal vez buscaba sacar ventaja para Fuerza Popular. Aprovechar que hay varios partidos todavía en proceso de inscripción, y favorecer, así, una eventual candidatura de Keiko Fujimori, o tal vez, incluso, la suya misma.

Logró dividir con esto lo que menos debía dividirse: el voto de los congresistas que estaban a favor de nuevas elecciones. Y ahora el Congreso ya no puede dirimir sobre el tema hasta septiembre.

Los sectores de izquierda, a su vez, condicionaron su voto a la convocatoria de una Asamblea Constituyente que la propia constitución no permite. La constitución establece los mecanismos de reforma constitucional y especifica un procedimiento detallado para alcanzar dicho fin. Pero ellos quieren una Constituyente. Pretenden desconocer los mecanismos previstos para las reformas constitucionales, y piden adicionalmente la renuncia de Dina Boluarte. Paradójicamente, al negarse a un adelanto de elecciones, la sostienen en el cargo.

En ese contexto, la presidente presenta un segundo proyecto de adelanto de elecciones. En él, esta vez propone nuevas elecciones para este año, pero hace una diferencia entre los congresistas y los parlamentarios andinos. No explica la lógica de esa diferencia. Si se van, ¿deben irse todos los parlamentarios o sólo los congresistas? Además, plantea una Constituyente, pero desde el próximo congreso, ignorando que el Congreso siempre ha tenido esa facultad y que eso se llama reforma constitucional.

Mientras tanto, la gente marcha en las calles. Hay vandalismo y aparecen agentes del terrorismo. Locales del Poder Judicial, de la fiscalía y comisarías han sido atacados y destruidos.  Todos los días hay carreteras bloqueadas. Hay problemas de distribución de medicamentos, muchos cajeros de provincias ya no tienen billetes, y todo esto está generando zozobra e inflación.

Las marchas, las solicitudes de renuncia, el grito de atención y de cambio (repito, de cambio), no han logrado unir a los congresistas. Todo lo contrario. Más bien pareciera haber despertado en ellos sus apetencias personales o partidarias.

Ningún político, en medio de esta coyuntura, está hablando de soluciones y de propuestas sociales o de estrategias de desarrollo que el país necesita como parte de una solución.

Nadie habla de proyectos de inversión, de modificación legislativa, de cómo se podría lograr un estado menos ausente y más amigable.

Nadie habla tampoco de la regionalización fallida y faltosa que urge reformar en democracia y que ha causado una gran desazón en los pueblos, y que también tiene que ver con lo que está ocurriendo.

Para colmo, el JNE insiste en estar listo para convocar a elecciones este año. Pero tiene en su propio organismo 14 partidos en proceso de inscripción. ¿En qué puede estar listo si no autoriza los registros en curso? Pero de eso no habla. Habla de lo que podría hacer, y lo repite varias veces, pero no informa  cómo va lo que está haciendo desde hace muchos meses. Lo lógico sería que, si hay nuevas elecciones, estas sean convocadas con la inscripción concluida de los partidos que están en ese proceso. De lo que se trata es de renovar la participación política, no de reeditarla. Pero el JNE no informa cuando terminará ese proceso de inscripción, y a su vez mete su cuchara en el escenario público.

Pareciera además que el Ejecutivo está gobernando con una escopeta de dos cañones.  Por un lado, condena la violencia, pero por otro la deja ser. Lamenta los bloqueos y el aislamiento, pero no establece puentes aéreos con las regiones afectadas. Se ha demorado en desbloquear las vías, no activó un plan de contingencia para atender la salud de los enfermos en las zonas afectadas, permitió que algunas regiones no pudieran potabilizar el agua por falta de insumos, que los productos de exportación se quedaran varados en las carreteras, que la leche no llegue a las empresas especializadas en lácteos, etc. Y ahora además ha planteado una Constituyente a su manera, casi sin querer queriendo, de refilón.

La gente está molesta. Decepcionada, harta, cansada. Repito: está harta y cansada. Pero los congresistas navegan como en un barco que ignora la tormenta y el impacto de las olas. . Parecen no darse cuenta de lo que acaece en el país y cómo su actitud contribuye a que ocurra lo que está ocurriendo.

Manuel Escorza Hoyle
Abogado y psicoterapeuta

2 comments on “El sorprendente espectáculo de la estupidez en el escenario político peruano

  1. Luis Abarca

    Excelente análisis Manuel.

  2. Gerhard Redecker

    lo que necesitan los congresistas son psicoterapeutas por docenas

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