Columnas Ricardo Escudero

Bloqueos, incendios y fracasos: La izquierda desaparece

La intensidad del odio se mantiene, pero las expresiones del odio se dispersan y en muchos casos, se desvanecen progresivamente hasta volver a su estado natural, esa muestra y mueca del resentimiento conocido y de las limitaciones adquiridas por la suma de incompetencias y fracasos que caracteriza a los que dicen luchar por algo bueno, pero terminan destruyendo todo lo bueno que encuentran a su paso.

Las izquierdas en el Perú son una mezcla ruidosa sin eco, son un remolino inverso desde cuyo centro expulsa frustraciones repetidas; las izquierdas en el Perú no son nada y se consumen en esa nada. Pero el grito los hace sentirse famosos, la violencia en las redes sociales les hace creerse predestinados para algo, lo que sea, tal vez como asesores en algún ministerio u organismo del Estado, quizás en una municipalidad o gobierno regional. No hablamos de trabajo efectivo, de ser obreros o jefes de unidades productivas, no decimos que quizás puedan ser maestros o guías, entrenadores o competidores. Los de las izquierdas tienen predilección por la perfección de la ociosidad y el sentimiento de burocracia permanente.

Por eso, hacen bloqueos en calles, avenidas o carreteras, para impedir el trabajo de otros y no asistir “ellos”, al que deberían de presentarse. Por eso, incendian locales públicos -como juzgados o fiscalías-, para que los archivos de los delincuentes y corruptos desaparezcan “a cambio de”. Por eso, hacen del saqueo como militantes extremistas, “una emocionante” y negativa forma de robo y destrucción por envidia, de arrasar y quemar lo de otros para permitirse ver la quiebra ajena, a causa de su odio, de su ira y marcado resentimiento.

Menos puestos de trabajo, por destrucción del populismo y la demagogia. Menos oportunidades de trabajo, por salida de empresas y de inversionistas, por miedo de ciudadanos que en sus pequeñas bodeguitas, en sus restaurantes de menú, en sus boticas o peluquerías de barrio, tienen que cerrar porque los de las izquierdas han sembrado “cuotas de autorización semanal” para que el emprendedor les pague “protección” y puedan abrir su negocio o reciban el golpe traicionero de la violencia. Y con ese dinero robado a los que trabajan, financian las miserables movilizaciones del odio, del bloqueo, del incendio, de la muerte.

Pero acusar a otros es lo común y en eso se prestan los de las izquierdas, para ser víctimas constantes de un incendio donde “ellos” encendieron el fuego e impidieron la llegada de los Bomberos. Dicen luchar por los pobres, pero bloquean el ingreso del camión que viene por la cosechas de los campesinos (y así, al no llegar, no les compran nada, no se llevan nada a las ciudades, los productos del campo se pudren, la tierra languidece y se seca porque no hay para agua, fertilizantes y subsistencias mínimas). Pero luchan por los pobres –mentirosos-, para que sean más pobres aún y en esa perversidad, les dicen que todo es culpa del gobierno, o de los limeños, de las grandes empresas, de los bancos… cuando es culpa de la maldad de las izquierdas, de los subversivos, de las Verónikas, Sigris, Villaranes, Suseles, Bermejos y la larga lista de los que dañan con la boca y matan con el pensamiento negativo.

A pesar de todo, por encima del ruin guión de las izquierdas, un país se ha ido levantando para no callar, para no ser indiferente, para construir ciudadanos incómodos frente al desgaste de la democracia tan frágil que tenemos sobreviviendo a cuentas y sueños. Ese país que se llama Perú, está resistiendo el embate cobarde de las izquierdas de aquí adentro y de las del más allá (fúnebre territorio que abarca narcolombia, narcoméxico y narconduras). Frente a esa alianza de complejidades relacionadas con la turbia red de los narcos, el Perú resiste, se levanta, se recupera, vence los bloqueos criminales, apaga los incendios y hunde en el fracaso a los que traicionan a la patria, desconocen nuestra Bandera y se humillan en el fango del odio: las izquierdas repulsivas, enanas, enemigas de la verdad, que están en ritmo de extinción, en sus días finales.

Una bendición ha iluminado al Perú: la izquierda desaparece.

Ricardo Escudero
Especialista en temas previsionales y recursos humanos, con formación en la UNMSM, Universidad de Lima y ESAN. Becario de las fundaciones Konrad Adenauer y Friedrich Ebert; Jefferson Fellow por The Thomas Jefferson Educational Foundation. Investigador periodístico y columnista de opinión política y análisis social. Autor de «La rebelión de la clase media» y «Desborde del estado y crisis popular». 

1 comment on “Bloqueos, incendios y fracasos: La izquierda desaparece

  1. Pier Paolo Marzo R.

    Lamentablemente, el odio no desaparece, sólo se transforma. Me refiero al odio visceral que destila el autor, Escudero, que le nubla todo sentido de realidad. Sólo una de tantas realidades nubladas: no hay ninguna dirigencia de izquierda que dicte un bloqueo de carretera o un ataque a una comisaría. Lo hacen las mismas personas pobres que tienen a esos actos como única forma de llamar la atención o retribuir los balazos que policías gratuitamente les hacen. Son los productores pobres locales los que impiden que haya desplazamientos de vehículos. Y aún así hay lógica económica. El escritor de esta diatriba contra fantasmas, ¿no se podría detener a pensar que si los términos de los intercambios comerciales con los acopiadores de su producción fueran mutuamente beneficiosos, no tendrían ningún interés en afectar el desplazamientos de sus transportes ? Espero que lo piense.

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