El día 1 de abril de 1879, muy tempranito, tomando su café, que se fue tornando más amargo, conforme leía los titulares de un diario citadino, el plenipotenciario peruano José Antonio de Lavalle, se enteró que el presidente Aníbal Pinto había solicitado la autorización del Consejo de Estado para declarar la guerra al Perú.
En cuanto a la fecha, diremos que, la guerra con Chile quedó formalmente declarada mediante la “Nota Fundada” que el Ministro Plenipotenciario chileno Joaquín Godoy, cursó a la Cancillería peruana el jueves 3 de abril de 1879, declarando al Perú “beligerante” y “enemigo de Chile”, en estricto cumplimiento de instrucciones que el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alejandro Fierro, le impartió expresamente el 29 de marzo, y no mediante el conocido decreto o bando chileno publicado el 5 de abril de ese año. Esta entrega formal de la “Nota Fundada” de Godoy al Canciller Yrigoyen, aquel jueves 3 de abril de 1879, tuvo lugar un día antes de la promulgación de la ley que autorizaba al gobierno chileno a declarar la guerra al Perú el 4 de abril, y dos días antes de su publicación, el 5 de abril. (Wieland, 2020)
La causa principal de la guerra, fue la crisis en que se debatía Chile. Recordaremos que desde el año de 1842, el presidente de Chile, general Bulnes, proyecto la política de su país hacia la ocupación del litoral boliviano y la explotación de los yacimientos de codiciados productos como el guano y el salitre. En tal sentido, “la penuria y el malestar eran tan grandes en Chile que se necesitaba la más pequeña cosa para que estallara un verdadero conflicto entre los que morían de necesidad y los que tenían algo”…”En esa circunstancias, una guerra internacional con Bolivia y el Perú […] era una solución y como tal lo tome” (Vergara, 1879).
Las leyes de Manuel Pardo estancando primero y nacionalizando después las salitreras de Tarapacá causaron el desagrado de la oligarquía chilena, ya que muchos de sus miembros tenían capitales invertidos en la explotación del salitre tarapaqueño, y el Tratado de Alianza Defensiva que habían firmado Perú y Bolivia en 1873, fueron solo pretextos principales para que empezaran a bosquejarse planes para la expansión y conquista de esos territorios.
En ese escenario de pre conflicto, fue imprudente, que el Perú haya mantenido vigente el Tratado de Alianza Defensiva de 1873 a pesar de que el Tratado Walker- Martínez Batista, tenía la finalidad de “consolidar las mutuas y buenas relaciones entre Bolivia y Chile”. No se explica que se mantuviera en vigor un tratado con Bolivia para hacer frente a Chile, cuando Bolivia estrechaba relaciones con esta República. (Bolívar Ulloa, 1979).
Cuando Lavalle fue citado a Palacio de la Moneda, Chile ya sabía del tratado. Su presencia fue solo fue un trámite. Un mes antes, desde Lima, había recibido las siguientes instrucciones: “Es muy probable que el Gobierno de Chile, por conducto de su M. de RREE, pregunte a V.S si realmente existe un tratado de alianza secreta entre el Perú y Bolivia y casi seguro que en tal caso se estime dicho tratado como un grave obstáculo a la mediación ofrecida por nuestro gobierno”… V.S. debe manifestar verbalmente, si tal observaciones le hace, que en realidad existe el tratado, pero que, como sabe V.S. es la condición esencial de nuestra mediación, el Perú no se vería obligado a su cumplimiento y estaría, por el contario, en aptitud de facilitar los medios conducentes a un arreglo decoroso y equitativo entre Chile y Bolivia” (Irigoyen, 5 de marzo de 1879). Está claro que el Perú, no quería la guerra. Y Chile si la quería.
Declarada la guerra por Chile al Perú el sábado 5 de abril de 1879, la primera acción naval chilena ya estaba planificada y fue el bloqueo del puerto de Iquique ese mismo día.
Manuel Pardo y Lavalle, descuido el equipamiento y la modernización de la Marina y el Ejército. Quedo en proyecto la compra de 2 navíos blindados, mientras que Chile en su carrera armamentista, recibe en Valparaíso, al navío blindado “Cochrane” en diciembre de 1874 y al “Blanco Encalada” en enero de 1876. El Ejercito, quedo reducido a 3,000 efectivos. Como es la vida, en ese mismo puerto, y gracias a la benévola tolerancia de las autoridades chilenas, Nicolás de Piérola organizó la expedición que zarpó hacia puertos peruanos a bordo de “El Talismán” (11-X-1874), sirviendo así como ejecutor involuntario de los designios que anunciara el Ministro Adolfo Ibáñez, pues llevando “la revolución al seno del Perú”, obligó al gobierno de Manuel Pardo a efectuar gastos que evaporaron el dinero reservado para la construcción de blindados que equilibraran la potencia de los que Chile acababa de incorporar a su escuadra (Tauro del Pino, 1979).
La declaratoria de guerra del 5 de abril de 1879, fue una vil traición a la paz continental. Cerró un ciclo de paz y concordia que venía desde la independencia. Abrió una etapa, que aún no se cierra por la falta de unidad de naciones, la que se encuentra amenazado, por la carrera armamentista y, por el llamado socialismo del siglo XXI, en el cual el Perú, se perfila nuevamente como en 1824, cual bastión de una nueva independencia continental.
Victor Velasquez Perez Salmon. Coronel del Ejército del Perú en Situación de Retiro. Se ha desempeñado como Catedrático de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra, Director de la Comisión Permanente de Historia, y miembro del Proyecto Ejercito 2001. Es autor de varias publicaciones de historia, ensayos, poesía y cuento.
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