¿Qué relación puede haber entre esos dos países, uno continental en Europa y el otro insular en Asia? En estos momentos muy grande a pesar de la enorme distancia geográfica, cultural y humana que los separa. Ucrania fue la primera Rusia del medioevo, o Kiev Rus como se le llamó en aquel entonces, pero desde el siglo XIII en adelante de la era cristiana siguió su propio destino enlazada con algunos países como Lituania, Polonia y Turquía. Solo a partir de la segunda mitad del siglo XVII se incorporó a la Rusia de Moscú pero nunca totalmente porque algunas secciones occidentales de su territorio continuaron bajo el dominio de Austria y luego de Polonia. En el 1917 fue anexada a la Unión Soviética y así continuó hasta el 31 de diciembre de 1991, que con la disolución de este última, Ucrania recuperó su condición de país soberano e independiente. Tiene una superficie nominal de 600,000 km2 y una población del orden de los 40 millones de habitantes, esencialmente cristiana ortodoxa.
En los últimos 30 años Ucrania ha oscilado entre la influencia de Rusia y de Occidente hasta que Putin decidió invadirla en febrero del 2022 con el pretexto de que no se sume a la alianza militar de la OTAN. El efecto de esta criminal agresión ha sido absolutamente contraproducente, porque ahora Ucrania se convertirá en la avanzada occidental dirigida hacia Rusia, tal como lo acaba de declarar el Secretario General de la OTAN en su más reciente visita a Kiev. Uno se pregunta, ¿cuál fue el objetivo que Putin tuvo en mente cuando desató su invasión, quería anexarla tal como en el 2014 se anexó a la península de Crimea, sin reacción militar de Occidente? Si lo pensó cometió un error de cálculo de inmensa magnitud, porque esta vez Ucrania si recibió una gran ayuda militar de Estados Unidos y de la OTAN que ha permitido su enérgica resistencia hasta ahora. Grandes regiones de Ucrania, particularmente las más próximas a Rusia han sufrido una tremenda devastación militar, pero la resistencia continua y no tenemos idea cual podrá ser el desenlace final del conflicto. El Consejo de Seguridad de la ONU se paralizó con el veto ruso y la Asamblea General se limitó a condenar la invasión, sanción moral pero sin consecuencias efectivas en el campo militar. Hasta ahí Ucrania.
Pasemos a Taiwán. Se trata de una isla montañosa separada de la China continental por el estrecho que lleva ese nombre, con un territorio de cerca de 36,000 km2 y una población de 24 millones de habitantes, de religión budista. Taiwán fue colonizada gradualmente por pobladores del sur de la China y a fines del siglo XVII anexada al Imperio Chino. Doscientos años después como como consecuencia de la primera guerra chino-japonesa, Taiwán se incorporó al Japón y así continuó hasta la terminación de la II Guerra Mundial en agosto de 1945. Desde entonces Taiwán es parte de China pero no del gobierno de la República Popular con sede en Beijing, sino de una administración en un principio controlada por el Kuomintang, que ahora ha evolucionado en un sentido democrático.
En todo este período de más de 70 años Taiwán ha funcionado como un Estado de facto independiente con escaso reconocimiento internacional pero con un extraordinario desarrollo económico y tecnológico que ubican a la isla dentro de los primeros 20 países del planeta. Es muy probable que también tenga una importante fuerza armada provista de los últimos y más modernos equipos militares. Si bien Taiwán abandonó la ONU en 1971 para ser reemplazada por la República Popular China, goza del apoyo militar implícito de los Estados Unidos y del Japón y de algunos otros países del mundo. Una invasión china a Taiwán podría generar una tensión incluso más grave que la de Ucrania. En las últimas 3 semanas China desarrolló un conjunto de maniobras aero-navales para ensayar lo que podría ser una conquista militar de Taiwán. El gobierno chino mantiene invariable su política de que Taiwán es parte de su madre patria a la que deberá retornar más temprano que tarde. ¿Hará efectiva esa amenaza militar en el futuro inmediato? No se puede afirmar categóricamente que ese será el desenlace. Esperemos que no sea así y que prevalezca una relación de paz. Hasta ahí Taiwán.
Martín Belaunde Moreyra. Bachiller en Derecho y Abogado por la PUCP y Magíster en Derecho Civil y Comercial por la USMP. Abogado en ejercicio especializado en Derecho Minero e Hidrocarburos. Autor del libro “Derecho Minero y Concesión”. Ha sido Vice Decano, y Decano del Colegio de Abogados de Lima, y Presidente de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y en el ámbito público: Embajador del Perú en Argentina y Congresista de la República del Perú en el período 2011-2016.
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