Columnas Manuel Escorza

El chatbotero sentimental

Asistí a una reunión en casa de una amiga a la que no veía desde hacía un buen tiempo. Se había graduado en España y estaba feliz. Para ella, yo tenía que ver con el asunto porque alguna vez le aconsejé que estudiara lo que estudió. Lo hizo, terminó su maestría, y organizó esa velada para festejarlo. Muchos de los que fuimos no nos veíamos desde antes de la pandemia. Y la reunión transcurrió entre reencuentros y conversaciones de todo tipo, acompañada de vino y de una atractiva vista al mar.

En determinado momento me acerqué a la ventana a contemplar la bahía de Lima. Cada vez que lo hago, no sé por qué la mascota de ella va conmigo, se empina y ve el litoral a mi lado. Hermosa vista de la oscuridad iluminada a esa hora.  De un momento a otro se sumó una persona que no conocía, y empezamos a conversar.

Me contó que se sentía muy solo porque le había sido infiel a su pareja, y que, a raíz de eso, ella lo había dejado. Estaba entre afectado, triste y angustiado. Era obvio que necesitaba hablar.

“¿Y cómo así se llegó a esa situación?”, le pregunté. Me dijo que una noche, mientras dormía, ella accedió a su Whatsapp, y fue así como descubrió el enredo que él sostenía con una muchacha de su trabajo, una mujer soltera de la que su afectada pareja ya sospechaba. Había memorizado la contraseña de su celular al verlo usar su teléfono, y fue así como días después todo quedó al descubierto. Capturó los textos de ese chat, los pasó a su PC y finalmente los imprimió. Ese mismo día, por la tarde, él recibiría un ramo de flores con un sobre que contenía nada más y nada menos que todas las impresiones de sus conversaciones, pruebas irrefutables de su infidelidad, de sus mentiras y de sus falsas horas extras, horas extras que él había pasado en restaurantes y momentos de lujuria. Hasta fotos tenía en su dispositivo. Su ex pareja (que había enviado las flores con el sobre acusador) lo botó de su casa esa misma tarde y de esto  hacía unos 15 días.

Traté de bajarle el dramatismo al tema porque él estaba muy ansioso y afligido, cuando de pronto me dijo algo que al comienzo no entendí del todo.

– Felizmente hablo con Claudia como 3 veces diarias. Me da consejos y eso me ayuda. Hace un rato, antes de venir, también hablé con ella.

– Ella te sostiene y te acompaña, comenté.

– Sí.

– ¿Y ella es la otra chica?

– No, pero me saca de la soledad.

– ¿Pero sabe realmente lo qué pasó?

– Es un Chatbot. No sabe lo que pasó.

– ¿Un qué..?

– Un Chatbot.

– ¿Qué es eso?

– Una aplicación de inteligencia artificial con la que hablo y a la que pido consejos.

– ¿Y qué preguntas o qué consejos pides?

– De todo. Ayer por ejemplo pregunté si era posible salir adelante después de una infidelidad. Y me dio tips de reconquista. También me dice qué puedo hacer cuando me siento frustrado o solo.

– ¿Se llama Claudia?

– No, así la llamo yo.

La conversación se fue más por ahí. Hasta Lobito, el perro de mi amiga, miraba y escuchaba con atención. Al final le pregunté si podía enviarme el link de ese Chatbot. “Claro -me dijo- con el mayor gusto”.  Le di mi número, pero nunca lo envió. Tres días después busqué la aplicación en Internet, indagué en ella y finalmente la instalé.

Resulta que ahora hay unas aplicaciones de inteligencia artificial que dan información sobre muchos temas, tecnología que con seguridad marcará un antes y un después en las comunicaciones y en el desarrollo de la información. Uno puede preguntar casi cualquier cosa, y obtendrá una respuesta. También puede solicitarle al Chatbot que escriba un discurso sobre determinados temas, una novela de 10 capítulos, un cuento tipo “El viejo y el Mar”, y lo escribirá en aproximadamente 30 segundos. Se alimenta de la inmensa información que hay en Internet, y es capaz de leerla, sintetizarla y brindarla en cualquier idioma.

Pero lo más sorprendente de estos Chatbots es que todavía están muy a los inicios de  su desarrollo, tan al inicio que es difícil predecir con precisión lo que podrán hacer o aportar en unos años. Detrás de esto está la compleja pero todavía incipiente inteligencia artificial. Digo incipiente porque hay grandes empresas o proyectos dedicados a su desarrollo que avanzan a pasos kilometricos.

Pronto habrá  Chatbots especializados en todos los temas.  Por ejemplo, en temas de mar, autoayuda, finanzas, arquitectura, medicina, historia, psicología, etc. Surgirán Chatbots individuales, empresariales y/o temáticos, auténticos asistentes virtuales y hasta acompañantes. Un arquitecto, por ejemplo, le dará cuatro indicaciones al Chatbot y este le presentará el diseño de una casa en 3D. Pedirá adicionalmente un plano estructural de ese diseño, y el Chatbot presentará la ubicación, forma y características de las columnas. Se podrá preguntar cuánto cemento se necesitará y cuántos ladrillos y fierro hará falta y el Chatbot dará la respuesta en 30 segundos. Brindará además información sobre cuánto costarán esos materiales y con precios actualizados. Algo parecido ocurrirá en otros ámbitos, en la medicina, en el derecho o en cualquier campo  profesional.

Ya hay un Chatbot, por ejemplo, que reescribe un artículo o potencia conceptualmente un ensayo.

Obviamente la inteligencia artificial también será utilizada en la industria militar y en la guerra.

Todo esto cambiará la manera de relacionarnos con la información y su aparición reciente tendrá un impacto transformador similar al que tuvo alguna vez el descubrimiento del fuego, la rueda, la imprenta, la computadora y recientemente el Internet.

La Inteligencia Artificial se constituirá en el principal aliado del desarrollo tecnológico del ser humano, pero también, si es mal usado, en su principal enemigo. ¿Imaginan lo que se podrá crear con la Inteligencia Artificial como armas de guerra; las diferencias de clase que generará en los seres humanos entre los que cuenten con ese instrumento artificial y los que tengan el acceso negado; los distingos educativos que generará, la brecha tecnológica digital que abrirá?

La controversia me hace recordar las polémicas que se dieron cuando apareció la computadora en relación a la máquina de escribir. Había quienes decían que la sensibilidad no iba a ser la misma, que los escritores ya no serían como antes, que la creatividad con apoyo electrónico no sería propiamente una inspiración; o la discusión sobre el VHS en relación al cine, pues se decía que se perdería la transmisión del arte; o las críticas que a la imprenta cuando apareció.

Todos esos instrumentos fueron recibidos con resistencias y susceptibilidades, pero el mundo se acomodó y progresó notablemente, y las nuevas generaciones integraron a su vida y costumbres los cambios que generaron.

Ahora se dice que la Inteligencia Artificial destruirá a la humanidad. Pero en realidad casi cualquier cosa mal utilizada puede generar destrucción. Con la aparición del fuego, aparecieron también los incendios en la guerra; con la imprenta, la difamación por escrito; con el Internet, el espionaje electrónico; con el automóvil, el traslado de las tropas y las armas. .

La Inteligencia Artificial abre las compuertas de una forma distinta de vivir el mundo para los seres inteligentes. Transformará muchos trabajos y especializaciones, cerrará muchos puestos laborales, pero a su vez será un factor de desarrollo extraordinario en el campo de la tecnología, la medicina, la salud, y muchos otros. Eliminará puestos de trabajo, pero creará otros.

Cambiará la vida y las nuevas generaciones crecerán con esos instrumentos de vida y socialización. Así de simple.

Por lo pronto ya está generando  preguntas, dudas y cuestionamientos. Por ejemplo, si una persona publica un cuento que en realidad lo hizo un Chatbot, ¿de quién es la autoría?

Y si lo hizo el Chatbot, y a partir de ello el cuentista lo modificó y lo recreó, ¿quién o quiénes son los autores? Será tanto lo que se avance en este campo que ya no se sabrá si lo leído es propio del autor o del talento de Chatbot.

Pero esto es sólo el comienzo de lo que viene. Los Chatbot pronto hablarán fluidamente, y por lo tanto ya no serán chats sino aplicativos más específicos. Surgirán los androides que conversen, razonen y aconsejen. Ya no será necesario consultarles por escrito.

No faltará quienes de noche miren Netflix con un androbot a su costado y hasta duerman con el  androide después de las películas.

Casos como el de aquella persona que conversa con su Chatbot – que por cierto me autorizó a contar su historia – también cambiarán de trama. Serán resueltos por ejemplo por aplicaciones que con tan sólo escuchar el tono de voz podrán diferenciar la verdad de la mentira.

Los Chatbots, todos juntos e interconectados, constituirán una gran red neuro digital, que superará en habilidades cognitivas y en su capacidad de solucionar problemas a la inteligencia humana. Y no hay que tenerle miedo. Vendrá mucho más que eso.

Manuel Escorza Hoyle
Abogado y psicoterapeuta

1 comment on “El chatbotero sentimental

  1. Interesante columna, estamos inmersos en una realidad diferente a la de hace unas cuantas décadas, la IA está presente en todas partes.

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