Columnas Luis Sujatovich

La música y las generaciones: Un ejercicio con mala memoria

La música contemporánea sólo es valiosa para las nuevas generaciones. Y esta afirmación resulta ambigua, dado que tanto supone una lógica correspondencia entre sujetos y preeminencia de unos ritmos específicos sino también, la siempre problemática vinculación de las demás generaciones con las producciones artísticas que no les pertenecen.

Las argumentaciones ocupan sólo a un bando, dado que el otro no está interesado en establecer ninguna regla, le basta con gozar de su momento. Hay, al menos, dos fundamentos que se esgrimen con mayor entusiasmo que certeza y que se ligan con las temáticas que se abordan en las canciones y en los exponentes de los géneros más exitosos. En cuanto a los artistas que emergen en un período y logran convertirse en figuras determinantes en la cultura de una región, no parece responder a ningún mérito específico de una generación. ¿O acaso debemos celebrar la década infame por Gardel? ¿El rock and roll no tuvo su origen entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría? Parece fácil caer en el error de establecer una correspondencia entre una época maravillosa y una experiencia musical trascendental. Sin embargo, los hechos son muy diferentes.

En cuanto a las temáticas y al modo de abordarlas, el consenso es general: las letras actuales son muy groseras, están monopolizadas por el sexo y no tienen un trabajo estético que ameriten el éxito que gozan. Constituye para muchos la peor época de la música occidental. Y si bien pocas personas podrían emitir una opinión semejante, dado que habría que poseer estudios específicos, investigaciones y larga experiencia, es preciso recuperar algunas canciones de las décadas anteriores, me refiero específicamente a fines de los ’80 y los ’90, para permitirnos dudar de esa certeza.

El corte temporal responde a que son los adultos que atraviesan el difícil período de los 40 y los 50 años, quienes están más empecinados en denunciar la decadencia. Con una ecuación rápida, podemos advertir que el período elegido corresponde a la adolescencia y juventud de los sufrientes. Vamos a seleccionar dos canciones, para no abrumar: una de ellas se llama “Te ves buena” y fue estrenada en 1991, por el General, un cantante panameño. Fue muy conocida y logró obtener discos de oro y de platino. El estribillo de la canción invita a “vamos a eliminar a la más fea”. No es una grosería, es cierto, es una expresión de pleno ejercicio del fascismo estético. La otra corresponde a una banda muy reconocida en Latinoamérica: Los auténticos decadentes. En su disco de 1989, titulado “el milagro argentino” incluyeron la canción “Entregá el marrón”. La literalidad del pedido exime de cualquier explicación. No son las únicas, pero sirven para aplacar las iras de quienes sufren porque todo tiempo pasado fue mejor. Quizás lo fue, pero sólo porque se disfrutaba de la juventud y de sus múltiples ventajas, no porque las expresiones musicales fueran excelsas en su totalidad. Como se puede leer en una tira de Mafalda: “No exagere, esto no es el acabóse; sólo es el continuóse del empezóse de ustedes”.

Luis Sujatovich.
Profesor, Doctor en Comunicación Social. Se desempeña como docente investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina). Fue becario posdoctoral en CONICET y realizó una estancia de investigación posdoctoral en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Castilla – La Mancha (España). Es autor del libro Prensa y Liberalismo publicado en 2019.

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