El aporte de Tacna al proceso de la independencia, desde el grito de Zela, las expediciones libertadoras por el Alto Perú hasta la independencia obtenida en Junín y en Ayacucho, así como su participación en la Guerra del Pacifico y el proceso de su vuelta al seno patrio, es colosal.
La rebelión de 1811, tuvo estrecho contacto con la rebelión argentina, que se inició en buenos aires el 25 de mayo de 1810. Zela acogiendo este movimiento libertario, lanzó un bando al pueblo de Tacna, declarando su adhesión a la junta de gobierno de buenos aires, organizando un grupo armado y asaltando el cuartel de caballería del regimiento de dragones del rey, y luego el cuartel de infantería la noche del 20 de junio de 1811. Enarbolo una bandera con colores azul y blanco a cuatro campos triangulares estableciendo un gobierno libre del yugo español. Ese mismo día, el ejército patriota argentino fue derrotado por el ejército realista en la batalla de guaqui, y no pudo apoyar a Zela. Esto ocasiono que fuera derrotado y apresado, sentenciado a cadena perpetua, y muriera en prisión a la edad de 50 años. Estos hechos hicieron que el congreso nacional decretara el 21 de mayo de 1828, a Tacna como heroica ciudad. La invasión boliviana al sur, durante la guerra de la confederación, registraron 3 batallas, en Sama, Locumba y Alto Chipe, y exhibieron grandes defensores como Lavayen, Mendiburu, Arias Araguez y Rosa Ara, en las que intervinieron tropas de los regimientos de infantería y caballería, allí acantonados. Su participación en la batalla de Tacna, es prodigiosa en sacrificio y amor a la patria. Sobre los batallones organizados en Tacna y la participación de tacneños, ariqueños y tarapaqueños. Resaltan en la segunda línea, conformando la sexta división o división solar, el batallón Nacionales, formadas por la reunión de las columnas voluntarios de Sama y de Para llamadas Agricultores, la guardia civil de Tacna, más una pequeña columna de artesanos y comerciantes de la ciudad, cuyo efectivo alcanzaba a 240 hombres.
Un hecho trascendental es la lucha por la reincorporación de Tacna al seno patrio. En ella, el patriotismo de los tacneños, resistió las presiones de los invasores y fueron expulsados los sacerdotes y maestros, cerradas las escuelas, y negocios y, hasta las mismas imprentas, y cuando se propuso el plebiscito volverían, solo para enfrentar a la muerte, a la cárcel, y a la humillación sin nombre. Esta, no solo fue en el plano militar, fue también contra la población indefensa que lo único que quería es con su voto plebiscitario, que nunca Tacna y Arica fueran chilenas, y en respuesta, contra ellos, a fines de julio de 1925, se pone en marcha la maquinaria anti plebiscitaria. Esto es, la hostilización a las personas, para obligarlos a abandonar sus casas y liquidar sus bienes; e introducir población artificial chilena. Modesto Molina, nos refiere que: el instinto de la propia conservación exalto entonces en los tacneños el patriotismo. Todas las familias se pusieron en comunicación secreta para unificar pensamientos, sentimientos…y la vieja sociedad de artesanos, a la que había diezmado la muerte, pues la mayoría de sus miembros, si no había caído combatiendo en el alto de la alianza, había sido víctima de la hecatombe de Arica. La vieja sociedad, repetimos, principio a dar señales de vida.
Reunió a los elementos dispersos y constituyó un centro, más apretado que antes, de protección recíproca y de resistencia contra los avances de los invasores. El auxilio mutuo, la confraternidad altruista, la comisión de ideales y de esperanzas, despertaron 2 en los asociados entusiasmo ardoroso y en todos se hizo uniforme y poderoso el sentimiento de la patria. Al comenzar el año de 1908, la política de chilenización fue violenta. Se vivía un estado de guerra, un estado de terrorismo.
El nuevo año de 1926, despunto sombrío para la población peruana de Tacna y Arica, pues las agresiones contra ella arreciaron. El día 6 de enero el general peruano Pizarro, presidente de la comisión de prensa y propaganda, junto con treinta de sus miembros, fueron duramente golpeados. Ese mismo día fue provocado el descarrilamiento del autocarril de Tacna –Arica que conducía a funcionarios peruanos y luego fueron agredidos. A comienzos de marzo las agresiones contra los peruanos volvieron a agravarse. En la noche del 14 de mayo, en Arica, en una noche de pesadilla, varios peruanos fueron asaltados en las calles y sus casas apedreadas con un encono que alarmo incluso a los ya curtidos observadores americanos, extendiéndose estos hechos al valle de Azapa. Y a partir del dia 21 ataques similares se registraron en Tacna, según se cree, para amedrentar y que no concurrieran al plebiscito que no llegaron a establecer.
Gracias a la investigación histórica realizada por el Dr. Ernesto Yepes, podemos decir que, entre 1925 y 1926, fueron asesinados, en Tacna: Juan Berrios Espinoza, Juan Carlos Guisa, Manuel Albarracín García, José Gambetta Correa y su hijita de 8 años Clara Gambetta, José Pastor Hidalgo Carrasco, Juan Carlos Lanchipa Cáceres, Pedro Rodolfo Rojas, Raúl Liendo, Alfredo llangato, Manuel Machicado y Manuel Espinoza Cuellar, este último victimado en el callejón de las 7 vueltas el 29 de mayo de 1926, Pascual Davis, Pedro Quina Castañón, Juan de la Cruz Quea, Juan Espinoza Cuellar, Julio Gil Lanchipa Cáceres, Manuel Villa, Manuel Calisaya, Angel Gil, José Manuel Carpio, Manuel Llanque, Filomena Liendo de Gandolfi, Pedro López, Pascual García, Bernardo Terán, Pedro Siles, y Ambrosio Arias. En Pachía: Victor Hume. En Pocollay: Miguel Reinoso, Juan Puente Arnao, Manuel Godínez, Miguel Soto Yufra. En Palca: Vicenta Flores, José Luis Vicente, Dámaso Vicente, Abdera Mamani, Bartolomé Cárdenas. En Caplina: José Rosa y Juan Casimiro Lanchipa. En Uchusuma: 20 obreros cuyos nombres se ignora y cuyos cadáveres fueron arrojado a un pozo de la mina. En Maure y Mamuta: Pascual Mamani, Paulino Mamani, su esposa y 6 hijos, Marcelino Flores, y 2 hijas, Miguel Romero, Manuel Coaquea. En Palquilla: Manuel Lina. En Tarata: Máximo Ticona, Juan Sánchez, Pascal Mamani, Pano Mamani, Donato Damani, José Flores, Miguel González, Rufino Calca, Eusebio Flores, Santos Marín, Fermín Coahuila. En Calana: Santiago Vildoso y los hermanos Aquilino y Juan González Rejas.
En Calientes: Nicolás Cornejo y José Ale Berrios. En Azufrera Aguas Calientes, Juan Vargas Barreda. En Palca: Aurelio Flores, José Melchor y Manuel Quispe, y el niño Juan Yufra. En la Quebrada Caplina: José Rosa, Juan y Marino Lanchipa. En Arica: Miguel Herrera Salas, Teófilo Vilca. En Azapa: Lorenzo Zegarra, Manuel Cruz, Cipriano Quispe, Juan Odzon, Paula Flores de Oviedo. En el Pago de Ayca: los hermanos Sebastián y José Silvestre Ibarra, Lorenzo Cohaila y su nieto René. En Lluta: Lorenzo Humire. En Villa Industrial: Mateo Lluque, Humberto Colque y Eufemia Ponce. En Huanune: Doroteo y Elisa Cárdenas, Gregorio Cache. En Paucarini: Miguel Romero e hijo. En Challaviento: Florentino Apaza. En Tarata: silvestre López y Manuel primero franco. En Putre: Antonio Mollo a consecuencias de feroces maltratos.
Al respecto, dice Basadre: no solo recuerdo con emoción la sangre derramada. Presentes siguen en mi memoria lágrimas, muchas lágrimas. Lágrimas de la india que acurrucada en el suelo, me conto como se habían llevado a su hijo a Copiapó y me ofreció sus rústicos tesoros si obtenía que el volviera; lágrimas de todas las madres, esposas, concubinas, hermanas o hijas que vieron a los suyos partir a una lejana u hostil 3 provincia del sur y también a la provincia por todos desconocida de la muerte, lagrimas que suscito un simple pedazo de tela roja y blanca. si todas ellas se hubieses podido reunir, habrían formado un pozo muy grande donde los frívolos, los escépticos, los traficantes con el patriotismo, los que abusaron con su poder bajo la administración chilena y también, más tarde, bajo la administración peruana, hubieran debido ir a lavar sus maldades, sus concupiscencias y sus delitos impunes.
¿Por qué lloréis tacneñas?, preguntaba. ¿Qué agudas penas, os amenaza el corazón? Lloro por un hijo, un padre, un esposo, respondían, que de nuestro hogar arrancado fue. Lloro, porque, si victima ha caído, el sitio donde yace no sé dónde está y no puedo allí ir a regar las lágrimas que derramo. Lloro y mi llanto no puede bañar la tierra que le cubre, la planta que de su corazón sublime brotaría, en espera de ms lágrimas, seca debe estar. No lloréis más, le dije. Detened el raudal de vuestro llanto. La voz de los que, antes de rendir sus almas, el albedrio, la vida no les importo perder, desde la Gloria retumba y dice: Fue por la patria y lo hecho por la patria no se llora. Nuestro sacrificio no ha sido en vano. En el pedestal sobre el que, radiante, el pabellón peruano aquí se alzará de nuevo, y en ese día desde sus tumbas ignoradas, nuestras almas vendrán a besar, llenas de felicidad, la enseña por la cual morimos. (Griva y Cubillos, 1926)
Así se llegó a 1929, cuando una antipatriótica formula entreguista, adoptada por Leguía y sus congresistas anti patria, tras la firma del pacto de Lima, del 03 de junio de 1929, los territorios de Tacna quedaron para el Perú y los de Arica, para Chile.
La vuelta de Tacna a la Patria, fue apoteósica. A las dos de la tarde del día 28 de agosto, se firmaron las actas de entrega de Tacna al Perú. La multitud espero pacientemente todo el tiempo que duraron dichos trámites. Esperó que la comitiva oficial saliera de la plaza y se situó frente al edificio que había sido hasta ese momento la Intendencia. El principal acto está el izamiento del pabellón nacional en la casa que iba a ser de la Prefectura, pero la driza estaba rota. Para solucionar este percance, un joven tacneño Edgar Empson cogió la bandera y trepo por la torre derecha de la catedral, y al llegar a la parte alta, desplegó el pabellón nacional en medio de un plauso interminable. En todos los rostros se advertía una sensación inexplicable, plena de emoción y gozo al ver que se coronaba uno de los anhelos más acariciados, la multitud contagiada de intensa alegría, entonces coreó el himno nacional con patriótica unción, indescriptible, casi mística.
Cuando los invasores chilenos destrozaron o suprimir sistemáticamente los reductos de lealtad al Perú como las escuelas, iglesias, y periódicos, no pudieron con la familia tacneña. En dichos hogares, en la ciudad o en el campo, las mujeres, sobre todo las madres de sucesivas generaciones, inculcaron el amor a la patria invisible.
Hoy, una fecha solemne nos reúne. Hoy, como todos los 28 de agosto de todos los años, la ciudad de Tacna y el Perú entero, celebramos con hondo fervor su reincorporación al seno de la patria, luego que tras la batalla del Alto de la Alianza, realizada el 26 de mayo de 1880, permaneciera como ciudad cautiva situación que se prolongó casi 50 años, sin abdicar jamás a la nacionalidad peruana.
“Mantengamos el fuego sagrado
del amor a la patria inmortal,
que Dios salva y eleva a los pueblos
que confían en su libertad” (Modesto Molina)
Víctor Velásquez Pérez Salmon.
Coronel del Ejército del Perú en Situación de Retiro. Se ha desempeñado como Catedrático de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra, Director de la Comisión Permanente de Historia, y miembro del Proyecto Ejercito 2001. Es autor de varias publicaciones de historia, ensayos, poesía y cuento.
Cnel. (r,) Víctor Velásquez Pérez Salmon.
Lo saludo en este día, y a la vez, para decirle que leí con mucha disposición su interesante artículo sobre nuestra querida TACNA. Ciertamente, muy valioso históricamente, y sobre todo para tener, muy vigente, las atrocidades cometidas a sus pobladores durante la chilenización de Tacna y Arica.
Permítame decirle que, el Fondo Editorial del Congreso del Perú ha editado en el 2017 la segunda edición del libro “Del Tratado de Ancón a la Convención de Lima. Una historia de la política chilena desde la firma del Tratado de Ancón a la actualidad”, del historiador Dr. Gustavo Pons Muzzo. La primera edición data de agosto de 1999.
Lo felicito, Cnel. Víctor Velásquez, por “mantener el fuego sagrado”.
Sin otro particular, reciba mi saludo cordial y de bienestar.
Respetuosamente,
María Elsa Pons Muzzo Díaz