La penosa y desatendida muerte del popular Nano Guerra García – Primer Vicepresidente del Congreso de la República – ha puesto de manifiesto, nuevamente, el tema de la salud pública en nuestro país. Tal cual ocurrió hace poco con las pésimamente mal manejadas – y peor atendidas – epidemias de COVID y DENGUE.
La dramática imagen de la posta de salud de Punta de Bombón en Islay, Arequipa – ¡sin médicos! – trajo a colación el abandono y maltrato de muchísimos compatriotas que mueren todos los días, sin atención médica de por medio. Salvo muy contadas y honrosas excepciones, la salud pública en nuestro país es una porquería. Una más. Tal cual la política corrupta, la justicia de “cuellos blancos”, la educación ideologizada, el agua seca, la vivienda indigna, la seguridad fuera de control, y demás. El Ministerio de Salud, las Direcciones de Salud de los Gobiernos Regionales, EsSalud, los hospitales de las Fuerzas Armadas y Policiales, La Superintendencia Nacional de Salud (SUSALUD) … todos tienen vela en este entierro. Entonces:
Punto No. 1. Lo del Congresista Guerra García no fue un caso aislado. ¡Es la regla! Así de mal está la salud pública de nuestro país. Al Estado le importa un bledo las enfermedades, los dolores o las muertes desatendidas de los peruanos.
Punto No. 2. El problema de la salud pública no es presupuestal. ¡Es moral! En ese sentido, cometen un craso error aquellos políticos, periodistas, académicos, incluso “especialistas en salud pública” que siempre sacan a relucir el tema presupuestal. – ¡Más presupuesto, más hospitales, más especialistas! – piden a voz en cuello. En mi opinión ¡están fuera de foco! El presupuesto público para la salud aumentó 7 veces en los últimos 20 años, y la calidad del servicio empeoró, en vez de mejorar.
No niego que hagan falta más y mejores centros de salud, más y mejores equipos e insumos hospitalarios y más personal médico especializado. Pero – repito – antes que las carencias de médicos, infraestructura y equipamiento, la principal causa del caos existente es la descarada corrupción en el sector. Léase, las mafias de la salud.
Me refiero a aquellos médicos indolentes que abandonan los hospitales en horario de trabajo – y por ende, a los pacientes – para atender descaradamente en consultorios y clínicas privadas. También me refiero a aquellos enjambres de farmacias, laboratorios, consultorios, clínicas privadas y hasta funerarias ubicadas – ¡qué casualidad! – frente a cada hospital estatal. ¿Acaso aquello no es indicativo de corrupción y malos manejos en los hospitales públicos? ¿Cómo justificar – si no – la proliferación de los “Centros Médicos Dr. Luis Quito”, y otros que están por todo el país; pero eso sí, siempre contiguos a los hospitales públicos?
¡Ya pues! Como diría el inefable Congresista Bermejo… dejémonos de pelotudeces democráticas. ¡Esos son los destinos infames de la enorme cantidad de equipos, materiales y medicamentos que – todos los días – salen subrepticiamente de los hospitales del Estado! ¡Es increíble! Así como hay mercados negros de productos robados: celulares, relojes, autopartes, etc. también hay mercados negros de medicamentos, equipos médicos, y servicios de salud… todo robado de los hospitales del Estado. Y – lo que es peor – a vista y paciencia de nuestras autoridades, sin que nadie haga nada para evitarlo.
Ahora bien, eso que resulta obvio para todo el mundo – me refiero a la corrupción en el Sector Salud – también es de conocimiento de nuestras más altas autoridades políticas y judiciales: Presidentes de la República, Ministros de Salud, Gobernadores Regionales y Municipales, Jueces y Fiscales, Contralores Generales de la República, SUSALUD, Colegio Médico del Perú, Federación Médica Peruana… TODOS. Sin embargo… ¡no se oye padre! Pocos hablan del tema. Pero eso sí… todos piden más presupuesto. ¡Tremendos ladrones!
La pregunta es ¿tiene solución el problema de la salud pública en nuestro país? Por supuesto que sí. En el Gobierno Regional de Ica, en el período 2015 / 2018, denunciamos – y combatimos con éxito – la podredumbre moral en la salud pública iqueña. Centenares de médicos, enfermeras y funcionarios corruptos fueron sancionados. Incluso, muchos fueron destituidos. ¡Fue una guerra… pero la vencimos!
Gracias a ella, y a los estupendos médicos y enfermeras que colaboraron en nuestra gestión, mejoramos mucho todos los indicadores de servicios de salud y satisfacción ciudadana. En el 2018, los iqueños eliminamos el DENGUE. ¡La participación de la ciudadanía en aquella gesta – sobre todo, de los escolares – fue extraordinaria!
Cuadruplicamos la atención de nuestros hospitales y centros de salud, sin aumentar el presupuesto, combatiendo eso sí la corrupción, con lo cual eliminamos las colas de amanecida – ¡a la intemperie! – de pacientes enfermos y adoloridos, que pugnaban por sacar una cita o probar suerte para ver si buenamente eran atendidos. ¡Cuán cruel podía llegar a ser la corrupción en salud! Muchos reportajes periodísticos, muchos investigadores – peruanos y extranjeros –, y muchos testimonios de los propios pacientes y sus familiares agradecidos, dieron cuenta de la significativa mejora de la salud pública en Ica. ¡Gran logro!
El problema vino inmediatamente después de terminar nuestra gestión. En ese entonces, mi sucesor – Javier Gallegos Barrientos – desde el primer día de su gestión, repuso a la mafia de la salud que habíamos eliminado, y todo volvió a su estado anterior: corrupción, corrupción y más corrupción. ¡Desgracia total!
Ahora Gallegos está acusado – de oficio – por el Ministerio Público, de haber liderado una organización criminal (mismo Valdimir Cerrón y Los Dinámicos del Centro). Hace poco su vivienda fue allanada por la Fiscalía de Ica. Y por si fuera poco, ya aparecieron los infaltables colaboradores eficaces y sus testimonios grotescos respecto del proceder mafioso de Gallegos…
Pero de eso no se trataba. Gallegos está embarrado de corrupción hasta el pescuezo… es verdad. Y está bien que reciba el castigo que le corresponda. ¡Se lo merece… él y su pandilla! Pero la salud pública iqueña – tal cual la del resto del país – está, nuevamente, hecha trizas. ¡Ese es el problema! Y los paganos, nuevamente, tipo Nano Guerra García, somos los iqueños y peruanos que ¡Dios nos libre de enfermarnos o accidentarnos, y caer en las garras de los centros de salud del Estado! ¡Tenemos que resolver el problema de fondo de salud pública! Pero ¿cómo?
Pues, a eso quería llegar. Sí se puede mejorar los servicios de salud en todo el país. Repito… en Ica – en el período 2015 / 2018 – lo hicimos. Es cuestión de quitarles las competencias de la salud a los políticos corruptos e inoperantes, y profesionalizar y adecentar el servicio a nivel nacional. Pero insisto ¿mejorar la salud, sin quitarle dichas competencias a los Gobernadores Regionales corruptos e incompetentes?… ¡no seamos ingenuos!
Autoridades Autónomas, blindadas de la política inmoral, inepta, indolente e injusta… ¡eso es lo que se necesita! Autoridades Autónomas, altamente profesionales, especializadas, meritocráticas, eficientes, sostenibles, descentralizadas, rectas – tipo Banco Central de Reserva (BCR) – ¡eso es lo que se necesita!
Fernando Cillóniz.
Culminó sus estudios de Ingeniería Económica en la Universidad Nacional de Ingeniería (Perú). Estudió un MBA en Escuela de negocios Wharton de la Universidad de Pennsylvania. Ha sido director del Banco Internacional y miembro del Consejo Consultivo del Diario El Comercio. Fue ex regidor de Ica.
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